"Experiencia por la cual una persona
se identifica con otra, tendiendo a comprender lo que piensa y sentir lo que
siente, aunque no lo exprese explícita ni objetivamente". Esta es la
definición de la palabra empatía en el diccionario Aulete.
El término empatía deriva de la palabra griega
"empatheia", que significa "pasión" y el gran psicoanalista
Freud lo resumió muy bien al afirmar que la empatía es la capacidad de ponerse
en el lugar del otro y para estos tiempos pandémicos que estamos viviendo es
una palabra, un sentimiento que debe estar presente en nuestra vida.
Como es habitual, los temas de este blog siempre provienen de experiencias que tengo en práctica docente y esta semana vi un video de un profesor universitario en Perú quien expuso toda su frustración al intentar enseñar de manera virtual y obtener poca o ninguna cooperación de los estudiantes, y al escuchar el informe, el desahogo de este profesor me conmovió profundamente, porque es una situación por la que todos los docentes están pasando también.
Cuando se estableció el distanciamento social todo el
sector educativo tuvo más o menos 2 semanas para adaptarse al nuevo sistema de
aulas virtuales, muchos compañeros docentes comentaron que sería fácil para mí
adaptarme a esta nueva modalidad ya que uso y trabajo con metodologías activas y tecnologías digitales, pero no, no fue y no es, ¿saben por qué?
Porque como comentamos en otro post aquí en el blog, la educación es un
sistema integrado, no se hace solo, por lo que de nada sirve dominar
metodologías y herramientas si mis estudiantes no están dispuestos a aprender.
Aquí es donde entra el tema de la empatía: la verdad es que esta situación de pandemia en la que nos encontramos no está siendo fácil para nadie, ni para la economía, ni para la salud, ni para la educación.
En el campo de la educación, descubrimos que la vieja historia que vivimos en la era digital no era más que una utopía, resultó que un gran porcentaje de estudiantes no tienen acceso a una computadora ni a una red de internet y están dando la vuelta, como pueden,tomar prestadas computadoras, tabletas, el celular de la madre, todo para no perder ningún contenido.
Claro está el caso que más molesta a los docentes, que son los estudiantes que tienen todas estas condiciones mencionadas anteriormente, sin embargo no se esfuerzan por participar, ni por aprender, solo se conectan a la clase para recibir presencia, asisten a clases acostados, conectados a 10 redes sociales, viendo Netflix, jugando videojuegos y son los primeros que luego dicen 'No puedo aprender en línea'.
La descripción de este perfil de estudiante es precisamente la que llevó al docente mencionado al inicio a desahogarse, ya que los estudiantes no encendieron sus cámaras y permanecieron en un silencio sepulcral, sin participar.
Por parte de los profesores, desde el principio, recibieron una gran responsabilidad de actualizarse, capacitarse, adecuarse y transitar a un nuevo sistema en una velocidad récord, sin mencionar las demandas de la escuela, el departamento de educación, los padres, toda la sociedad educativa que esperaba que los profesores hicieran milagros.
Eso es exactamente lo que he visto hacer a algunos profesores: milagros, reinventarse para ofrecer clases divertidas, interactivas y significativas para sus estudiantes. También hay profesores que no entienden el lado de los estudiantes que tienen 8 asignaturas que cumplir, 6 actividades evaluativas en cada asignatura, sin un espacio adecuado en casa para estudiar, sin escritorio, un lugar tranquilo, bien iluminado, sin interrupciones ...
En mi práctica docente, al inicio de este semestre, donde estaba más que claro que tendríamos que trabajar 100% en modalidad virtual, les llevé a mis estudiantes consejos, reflexiones y tips sobre cómo potenciar el estudio virtual, es decir, les llevé la reflexión que el espacio virtual también es un espacio de aprendizaje, simplemente diferente del aula, pero donde también se puede aprender. Y funcionó, ayudó mucho, pero en muchas clases, todavía es difícil darse cuenta de que los estudiantes no están participando, haces una pregunta y silencio, o tienes que hablar a la pantalla sin poder ver a los estudiantes, sin interacción.
Como decía al principio, no está siendo fácil para nadie. Este tiempo que llevamos trabajando de manera virtual fue una gran experiencia. Tuvimos que ser muy pacientes para guiarnos a través de todos los procesos de adaptación que nos vimos obligados a atravesar y que aún estamos atravesando.
La reflexión que hacemos hoy es que debemos ponernos en el lugar del otro y entender el esfuerzo que está haciendo para poder desarrollar su trabajo de la mejor manera, y en aquellos casos que mencionamos en los que tanto el docente como el estudiante no lo hace, practiquen la empatía, todavía hay tiempo.
Estudiantes, enciendan las cámaras cuando sea posible, participen, no dejen a sus profesores hablando solos, cuestionen, comenten, interactúen, se esfuercen, ¡aprendan! Y profesores, sean flexibles, escuchen a sus estudiantes, intenten saber si están bien, si necesitan algo en lo que puedan ayudar, entiendan que la calidad de internet no es la misma para todos los estudiantes, que no todos aprenden de la misma manera.
Con paciencia, empatía y fe en que todo mejorará podremos atravesar este período sin mayores consecuencias, ayudándonos y apoyándonos unos a otros.